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viernes, 21 de enero de 2011

LLORAR EN EL TRABAJO TE QUITA CREDIBILIDAD


Si juegas con las lagrimitas en la oficina, siempre vas a perder. "Cuando te pones llorosa delante de tu jefe, por algo relacionado con el trabajo le demuestras que no tienes habilidad para lidiar con el estrés del negocio", explica Anne Marie Sabeth, autora de Bussiness Etiquete: 101 Ways to Conduct Business (Etiqueta de negocios: 101 modos de conducir los negocios). Llorando en el trabajo, no sólo aparentas debilidad y descontrol,sino que levantas dudad sobre el modo en que representas a tu compañía-¿qué tal si te echaras a llorar delante de un cliente?-Por lo tanto, si quieres que tu evaluación como empleada diga: "Se quiebra ante la presión", debes aprender a controlar tus emociones.
Un modo de mantenerse en un nivel emocional fresco en la oficina fresco en la oficina: separa tu persona profesional de tu persona privada. "Mientras te pones tu ropa de oficina por la mañana, visualízate vistiéndote con tu persona profesional...el lado menos sensible y más profesional de tu personalidad", sugiere Sabath. Kira M., banquera de 30 años, está de acuerdo con Sabath. "Siempre corría al tocador de señoras anegada en llanto cuando mi jefe criticaba mi trabajo. Estaba convencida de que él me odiaba", recuerda la chica. "Un día una amiga señaló que quizás yo hubiera invertido demasiado emocionalmente en la gente con quienes trabajaba, y llegué a la conclusión de que necesitaba separar mi vida profesional, de mi vida privada. Dejé de percibir críticas de mi trabajo como un ataque a mi persona y empecé a actuar con más seguridad. A partir de entonces, me sentí mucho más feliz, y creo que , como aparenteba más estabilidd, unos meses después me promovieron".
Desde luego que mantener tu sentimientos a raya, es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Y qué hacer si se te empieza a nublar la mirada durante una reunión de trabajo? Guardate tu sollozante historia. "No des excusas ni explicaciones", dice Sabath; "tu jefe no es tu madre, ni tu padre, ni tu sicólogo". Respira profundamente, cuenta hasta cinco, di: "Perdonen", y vuelve al negocio.

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