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lunes, 28 de octubre de 2013

¿CÓMO REPERCUTE EL CÁNCER EN LA VIDA SEXUAL?

¿Cómo repercute el cáncer en la vida sexual?
 
Es normal no mostrar ningún interés por todo lo que no sea luchar contra la enfermedad y el paciente queda obnubilado por esta nueva noticia que lo trastoca todo. Es necesario empezar el tratamiento, y, a partir de aquí, lo que no sea vital quede en un parenthesis.

Recuperar proyectos comunes

El anuncio de la enfermedad a menudo viene acompañado al mismo tiempo del tratamiento planificado, que en cierto modo constituye un suplicio programado que interfiere y detiene el futuro más próximo: ablación de la zona enferma, antes o después de la quimioterapia (matar las células anómalas que puede que intenten colonizar otros órganos) o incluso radioterapia (tipo de quemadura terapéutica).
El cuerpo, visto hasta ese momento como un envoltorio natural de un espíritu sano, soporte del deseo y el placer, ahora se convierte, y para un largo periodo de tiempo, en un cuerpo que se soporta y sufre. La mirada del otro no puede verse afectada, pero es gracias a él que podemos evitar sentirnos únicamente un objeto de tratamiento.
¿Se puede sentir placer cuando se está en esta fase del tratamiento? Resulta totalmente necesario que no se produzca un deterioro en la pareja. Un conflicto podría impedir, a posteriori, la reanudación harmoniosa de las relaciones. Si se está atento durante la fase de tratamiento, incluso podría considerarse la continuidad de las relaciones hasta la fase donde uno se sienta renacer… De hecho, después entramos en un estado crónico de espera asociado a la repetición rítmica de exámenes que deben pasarse para asegurarnos el éxito del tratamiento: esperamos el resultado con angustia y experimentamos una cierta euforia cuando el resultado sale normal.
Comprobamos que el mal ha sido destruido y no se esconde en ningún rincón oscuro del organismo: está acorralado y estamos al acecho: ¿dónde está? ¿Está muerto del todo? Buscamos en los resultados la confirmación de que todo va bien. Buscamos en nuestro propio cuerpo los signos de curación: desaparición de la zona enferma y disipación de los efectos 

Los mecanismos de placer no se ven afectados

De hecho, el cáncer prácticamente nunca afecta a los mecanismos del placer, pero puede resultar muy difícil dejarse ir ante las sensaciones excitantes cuando cualquier señal puede ser un potencial indicador de un nuevo problema.
Es necesario que cada uno tenga un gran control de sí mismo para aprovechar cada día la oportunidad del placer aunque apenas escapamos del sufrimiento.
Normalmente, con el tiempo, cuando todo acaba bien, la angustia se atenúa. Generalmente, un año puede representar un rumbo: el de retorno a la vida.
Cada persona es única y algunos no sienten que renacen hasta al cabo de cinco años. Pero cinco años en la vida de una pareja es mucho tiempo, demasiado tiempo. Es necesario que la pareja reaccione a tiempo en estas fases diferentes.

Repaldar al otro

Es necesario respaldar a tu pareja en todo lo posible: la comprensión ante la enfermedad y la posible pérdida de energía que comporta la enfermedad (o el tratamiento) no debe en ningún momento hacernos olvidar la mirada amorosa, que será el apoyo del enfermo. La mayoría de las veces la enfermedad comporta una desvalorización narcisista: la persona a menudo se siente “nula” y teme constituir un peso para la existencia de la otra. La persona afectada por un cáncer incluso puede sentir miedo a ser abandonada y se culpa con la idea de arruinar la vida de su pareja.
Es necesario saber cuándo puede volverse a jugar sexualmente, lo que resulta difícil si la situación anterior ya era conflictiva.
El cáncer también puede ser el momento para cuestionarlo todo, uno se siente en peligro y ya no tiene ganas de compromiso, la vida se ha convertido en algo demasiado preciado.
Además, los proyectos importantes pueden verse impedidos por la enfermedad: especialmente el deseo de quedarse embarazada, puesto que no se recomienda intentarlo en los dos años siguientes al tratamiento.

Consejos prácticos

Cualquier cáncer provoca una ansiedad y una desvaloración narcisista que tienden a disminuir la libido.
Hablarlo permite evitar lo peor: es absolutamente necesario preguntar al médico, incluso en urgencias, lo que sucederá en el plano genital para poder limitar los bloqueos.
De este modo, es necesario:
  • Preguntar si es necesario congelar esperma (a menudo las quimioterapias alteran la espermatogénesis).
  • Preguntar si el tratamiento corre el riesgo de provocar una menopausia transitoria (lo cual permite recetar cremas para combatir la sequedad vaginal y medicamentos no hormonales para disminuir los sofocos).
  • Preguntar si resulta contraindicado mantener relaciones.
  • Preguntar la dirección de un consultorio de sexología: resulta básico encontrar las respuestas a nuestras preguntas, aunque sean tontas.
  • Solicitar un apoyo de tipo psicológico para tratar las dificultades a medida que surjan para que no se acumulen y se conviertan en una fuente de rencor.
La vida sexual a largo plazo no resulta algo fácil y, además, el cáncer no facilita el mantenimiento de relaciones armoniosas. Sin embargo, enfrentarse a la enfermedad puede convertirse en la fuente de una exigencia de satisfacción mucho mayor, la pareja deberá realizar una búsqueda más minuciosa del placer y puede que al final acabe intensificándolo.

Cáncer de cuello uterino y sexualidad

En una fase inicial del cáncer, se practica una conización, es decir, la ablación de una pequeña parte del cuello uterino: esta intervención impide las relaciones sexuales durante unos quince días, pero no deja rastro en la fisiología de la relación. La ablación del útero ya no repercutirá más en el orgasmo.
En cambio, la radioterapia intravaginal, también denominada curiterapia, quema la mucosa vaginal y le hace perder mucha elasticidad, lo que a veces comporta que los intentos de penetración sean muy dolorosos. Habrá que consultar rápidamente con el ginecólogo para intentar no renunciar totalmente a la sexualidad: no existe motivo por el que los orgasmos clitorianos deban convertirse en imposibles.

Cáncer de mama y sexualidad

El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres de todo el mundo; en España se diagnostican unos 22.000 casos al año, lo que representa casi el 30% de todos los tumores del sexo femenino en nuestro país. Todavía tendemos a extirpar la  mama, incluso en caso de lesiones poco graves, para evitar las recaídas. El cáncer de mama rara vez pone en peligro la vida inmediata de la mujer, pero afecta a su símbolo más aparente de feminidad.
Con cirugía se extirpa, ya sea una parte (tumorectomía) o bien la totalidad de la mama, por lo que la mujer visualizará la alteración de su feminidad cada vez que se desnude.
Resulta muy difícil en estas condiciones olvidar el cáncer. En esta fase, la reacción de la pareja resulta primordial: de hecho, la mujer se siente culpable de privarle de uno de sus atributos más carnales. La mastectomía, que da lugar a un busto de amazonas, no tiene nada de feo, pero puede desconcertar a determinados hombres. Al principio, algunas mujeres no se quitan el body o el sujetador, si las sensaciones o la visión de su cuerpo modificado las inhiben o afectan a su pareja. A cualquier edad, resulta importante integrar esta modificación en su esquema corporal y no dudar en hacer cualquier cosa para hacerse suyo este seno o este tórax. Si la mujer está lista para someterse a una nueva intervención quirúrgica, podrá plantearse una operación de cirugía estética para que le hagan una remodelación del busto.
Tener el brazo hinchado también puede provocar sensaciones dolorosas que inhiben la vida sexual; llevar un manguito o las sesiones de drenaje linfático a menudo mejoran la sintomatología.

Limitar los riesgos

Debe explicarse el plan de tratamiento y sus consecuencias genitales y sexuales para limitar las consecuencias: aparte del cáncer de cuello uterino después de la radioterapia y del cáncer de próstata, no existen motivos para que el cáncer deteriore la vida sexual.
Debe aceptarse que la primera parte de la enfermedad constituye una fase en la que las relaciones sexuales se dejan aparte (deseo, lubricación, orgasmo, erección).
Pero debe consultarse rápidamente con el ginecólogo o un sexólogo si los problemas perduran o si aparece algún tipo de incomprensión por parte del hombre o de la mujer.

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