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viernes, 27 de julio de 2012

DI OM

¿Quieres ser más sano, empático y longevo?

Michael Bond averigua cómo te puede ayudar la meditación.
Muchas personas consideran que la meditación es una fantasía exótica. Yo les aconsejo que intenten practicarla. Es difícil, al menos al principio. La primera vez que lo dice, en vez de concentrarme en mi respiración y dejar fluir todo lo que acudía a mi mente – como me había enseñado mi maestro tibetano -, me distraje con una serie de preocupaciones y luego me quedé dormido. Al parecer, esto es normal en los principiantes.

Los meditadores experimentados aseguran que vale la pena persistir. “El adiestramiento nos permite transformar la mente, superar las emociones destructivas y disipar el sufrimiento”, dice Matthieu Ricard, un monje budista. “Cualquiera puede recurrir a alguno de los numerosos métodos que el budismo ha desarrollado a lo largo de los siglos. Lo que se necesita es entusiasmo y perseverancia”. Todo esto suena muy atractivo, pero, ¿qué opina la ciencia al respecto?

En la última década, los investigadores han usado imágenes de resonancia magnética funcional (RMF) para estudiar el cerebro de los meditadores experimentados, como Ricard, así como el de los novatos. Hoy, un cuadro científico de la meditación sugiere que ésta puede cambiar aspectos de la psicología, el temperamento y la salud física de manera radical. Los estudios incluso empiezan a arrojar luz sobre cómo funciona la meditación.

“Indagar sobre la naturaleza de la mente puede resultar muy útil”, dice Clifford Saron, director de investigación del Proyecto Shamatha, uno de los estudios científicos sobre la meditación más amplios que se han hecho en el Centro de Estudios de la Mente y el Cerebro, de la Universidad de California. Y no necesitas tener una visión budista o espiritualista del mundo para beneficiarte de la meditación.

En 2007, Saron y un equipo de neurocientíficos y psicólogos realizaron un estudio de 60 meditadores experimentados durante un retiro de tres meses en las montañas Rocosas de Colorado, para observar los cambios en sus habilidades mentales, salud psicológica y fisiología. Los participantes usaron el método de meditación con atención enfocada, que consiste en concentrarse en la sensación táctil de la respiración.

El estudio, dirigido por Katherine MacLean, de la Faculdad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, midió las habilidades de atención. Los voluntarios debían ver una serie de líneas verticales en una pantalla de ordenador, e indicar, apretando el ratón, cuando vieran una línea más corta que las otras. Al avanzar el retiro, los sujetos se volvieron más precisos y se concentraron en la tarea por periodos más largos.

Otros investigadores también han relacionado la meditación con una mejor atención. En 2010, un equipo de la Universidad de Winconsin en Madison informó de que, después de tres meses entrenándose en el método de atención enfocada, los voluntarios eran capaces de identificar con mayor rapidez tonos distintos entre una serie de tonos similares, lo que llevó a la conclusión de que sus poderes de concentración habían mejorado.

Pero, ¿cómo es que concentrarse en la respiración durante un tiempo todos los días lleva a un cambio cognitivo? Una posibilidad es que ocurre un fortalecimiento de la memoria operativa y aumenta la capacidad de retener la información necesaria para el razonamiento y la comprensión a corto plazo. MacLean señala que, en parte, la meditación consiste en observar cómo cambian nuestras experiencias sensoriales cada momento, lo que nos exige retener información sobre las señales sensoriales debilitadas de la memoria operativa.

También se cree que aprender a meditar mejora las habilidades de pensamiento que se emplean en todas las tareas básicas de percepción. “Es como un músculo que puede usarse de diferentes maneras”, dice MacLean. Una vez que la percepción se vuelve más fácil, el cerebro puede dirigir más de sus limitados recursos a la concentración.
Muchas personas consideran que meditación es una fantasía exótica. Y les aconsejo que intenten practicarla. Es difícil, al menos al principio. La primera vez que lo dice, en vez de concentrarme en mi respiración y dejar fluir todo lo que acudía a mi mente – como me había enseñado mi maestro tibetano -, me distraje con una serie de preocupaciones y luego me quedé dormido. Al parecer, esto es normal en los principiantes.

Los meditadores experimentados aseguran que vale a pena persistir. “El adiestramiento nos permite transformar la mente, superar las emociones destructivas y disipar el sufrimiento”, dice Mathieu Ricard, un monje budista. “Cualquiera puede recurrir a alguno de los numerosos métodos que el budismo ha desarrollado a lo largo de los siglos. Lo que se necesita es entusiasmo y perseverancia”. Todo esto suena muy atractivo, pero, ¿qué opina la ciencia al respecto?

En la última década, los investigadores han usado imágenes de resonancia magnética funcional (RMF) para estudiar el cerebro de los meditadores experimentados, como Ricard, así como el de los novatos. Hoy, un cualquier científico de la meditación sugiere que ésta puede cambiar aspectos de la psicología, el temperamento y la salud física de manera radical. Los estudios incluso impiezan a arrojar luz sobre cómo funciona la meditación.

“Indagar sobre la naturaleza de la mente puede resultar muy útil”, dice Clifford Saron, director de investigación del Proyecto Shamatha, uno de los estudios científicos sobre la meditación más amplios que se han hecho en el Centro de Estudios de la Mente y el Cerebro de la Universidad de California. Y no necesitas tener una visión budista o espiritualista del mundo para beneficiarte de la meditación.
En 2007, Saron y un equipo de neurocientíficos y psicólogos realizaron un estudio de 60 meditadores experimentados durante un retiro de tres meses en las montañas Rocosas de Colorado, para observar los cambios en sus habilidades mentales, salud psicológica y fisiología. Los participantes usaron el método de meditación con atención enfocada, que consiste en concentrarse en la sensación táctil de la respiración.

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