No se trata de convertir al bebé en un
precoz superdotado, sino de jugar con él, de mimarle y de aprovechar sus
inmensas ganas de aprender para favorecer su desarrollo.
Apúntatelo en el calendario: tienes tres años de plazo. Cuando tu hijo sople las velas de su
tercer cumpleaños, su cerebro habrá alcanzado
muchas de las capacidades mentales que le
acompañarán el resto de su vida. Evidentemente, después seguirá aprendiendo (a
una velocidad más lenta), pero el potencial estará prácticamente determinado.
Así que aprovecha estos primeros 36 meses, tan
especiales, para acariciarle, cantarle, hablarle, escuchar
música y leer juntos...
De este modo, sin apenas darte cuenta, le estarás preparando
para utilizar de forma más efectiva sus capacidades innatas, para aprender más
rápidamente, para confiar más en sí mismo, para sentir curiosidad ante lo que le
rodea...
En definitiva, le estarás ayudando a ser más listo, y también más
feliz.
¿EL BEBÉ NACE O SE HACE
INTELIGENTE?
Durante generaciones se ha pensado que los bebés inteligentes
nacían de padres inteligentes; hoy sabemos que no es así.
El recién nacido llega al mundo con 100.000 millones de neuronas, con independencia de que
sus progenitores hayan ganado el premio Nobel o no.
Ahora bien, estas neuronas apenas están conectadas entre sí y se van enlazando gracias a los
descubrimientos que el pequeño hace cada día
(tengo manos, puedo coger esto, lanzo una pelota...).
Lo que determina que un niño sea más o menos
inteligente no es el número de neuronas que tiene, sino cómo las utiliza su cerebro para almacenar y procesar la
información.
"La atención que un bebé recibe de sus padres,
la manera en que le enseñan a hacer asociaciones y el soporte emocional que le
ofrecen son factores que juegan un papel fundamental en el desarrollo de su
inteligencia", explica el doctor William H. Staso,
neuropsicólogo especialista en desarrollo infantil y autor de What stimulation your baby needs to become smart y
Brain under construction, dos best-sellers en
estimulación precoz.
EL CEREBRO DEL NIÑO,
MOLDEABLE Y EN EVOLUCIÓN
El cerebro de tu pequeño es como una bola de
arcilla: moldeable. Esto, que los neurólogos llaman plasticidad, significa que cualquier estímulo externo
ayudará a que tu bebé cree conexiones neuronales, que van conformando su
cerebro.
En otras palabras, tu hijo no nace programado de
los pies a la cabeza para ser inteligente. "Uno de los descubrimientos más
importantes del Proyecto Genoma Humano ha sido
poder comprobar que los genes no son inmutables y
que nuestro mapa genético evoluciona durante toda la vida debido al impacto que las experiencias juegan en nuestro sistema
nervioso", explica el Dr. Staso.
Ahora bien, al cerebro del niño le ocurre algo
parecido a la bola de arcilla, que se va secando con el
tiempo hasta que ya no puede moldearse más. De ahí que sea tan
importante la estimulación temprana, que irá
determinando su desarrollo cognitivo, social y emocional a medida que se haga
mayor.
Sí, emocional, has leído bien. Porque ser inteligente no consiste sólo en sacar buenas notas,
sino en saber empatizar con los sentimientos
ajenos y confiar en uno mismo.
Por esta razón no debes plantearte la
estimulación de tu pequeño como una clase avanzada para superdotados precoces o
minigenios; no es una carrera para convertir a tu hijo en el próximo Einstein,
se trata simplemente de que os divirtáis descubriendo cosas juntos y de que
establezcáis una relación afectiva sólida y
positiva.
Cuando empiece el
colegio, no sabrá multiplicar, ni hacer raíces cuadradas ni hablar tres
idiomas, pero sus redes emocionales e
intelectuales estarán listas para manejar de la mejor forma toda la
información que va a viajar por ellas durante el resto de su vida.
"Empeñarnos en enseñar al niño a leer o a contardemasiado pronto es
contraproducente. Los niños pequeños deben estar expuestos a otro tipo
de estimulación más formativa, que consiste en
ayudarles a entender lo que les rodea, de qué modo funcionan los objetos de uso
cotidiano o las relaciones causa-efecto, sin necesidad de utilizar complicados
sistemas educacionales", nos cuenta el neuropsicólogo.
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