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domingo, 9 de diciembre de 2012

¿QUÉ TE DICES CUANDO HABLAS SOLA?

 
¡Cuidado! Las palabras que te dices interiormente tienen un efecto muy poderoso
 
Una de tus mejores amigas se ha comprado un vestido nuevo, de una talla menor a la que regularmente usa. No es que ella se haya vuelto loca ni que sufra de "delirios de flaqueza", es que espera rebajar unos kilitos que tiene de más antes de estrenarlo. Cuando te pregunta si crees que lo conseguirá, tú no puedes contenerte:
"¡Claro que no! ¿Cuántas veces has comenzado una dieta para abandonarla a los dos días? Comes y comes sin parar y luego no tienes fuerza de voluntad para controlar tu boca. ¡Eres un desastre y siempre vas a ser gorda!".
Más tarde, una compañera de trabajo te muestra un proyecto que está a punto de entregar al jefe y pide tu opinión. Por supuesto, eres brutalmente franca con ella:
"No has hecho un buen trabajo. El jefe se va a dar cuenta de que es mediocre. ¡Por eso nadie en la empresa te toma en cuenta! Seamos honestas: eres un fraude y cuando los demás se enteren, van a ponerte de patitas en la calle".
Por supuesto, estás pensando que nos hemos vuelto locos, porque jamás, bajo ninguna circunstancia, le dirías esas cosas a un ser humano. ¿De veras? Quizás no lo harías por respeto y compasión, pero te sorprendería descubrir cuántas veces te hablas así ¡y mucho peor!... a ti misma.
TU MONÓLOGO INTERIOR
Casi nadie lo admite, pero todos hablamos solos. Quizás no en voz alta, pero sí en nuestra mente, que es donde realmente cuenta. ¿Por qué? Porque esa voz interior que te susurra la mayor parte del día, no pasa por la censura. Opera a nivel casi inconsciente, porque está tan presente en tu vida que no te detienes a escuchar lo que te dice. Confías en ella. Crees que es un reflejo fiel de la realidad. Es por eso que, cuando es positiva, puede impulsarte a alcanzar tus metas, pues funciona como un comité de aliento que se la pasa animándote. Pero cuando es negativa, sus efectos pueden ser devastadores, pues te hace sentir insegura, incompetente o "poca cosa", garantizándote el fracaso.
"De todos los juicios que emitirás en tu vida, el más importante es el que haces de ti misma", expresó Nathaniel Branden, el autor de La sicología de la autoestima. Y el famoso sicólogo tiene razón. Porque cuando tienes una baja opinión de tu persona, y continuamente la refuerzas con tu monólogo interior, tu autoestima baja a niveles peligrosos. Y lo que piensas de ti es lo que manifiestas en tu vida.
Que conste que esto nada tiene de místico ni de misterioso; es, simplemente, la ley de acción y reacción. Si te dices que no tienes disciplina para seguir una dieta... pues ¿adivina qué? Así será. Si piensas que no podrás hacer un buen trabajo, ¿con qué entusiasmo y energía lo emprenderás? Te habrás derrotado antes de comenzar y el fracaso estará casi garantizado. Si te dices que eres "poca cosa" y que nunca alguien valioso se fijará en ti, eso es lo que ocurrirá, porque es lo que les proyectas a los demás. Si ya entiendes el impacto que ese monólogo interior puede tener en tu vida, es hora de aprender a cambiarlo.
EL PODER DE LA ATENCIÓN
¿De dónde viene esta voz interior? En realidad, su origen es un cúmulo de muchas cosas: la voz del maestro reprobador, el consenso de la cultura en la que vives ("las mujeres bellas son extremadamente delgadas"), los mensajes de los adultos que ayudaron en tu formación y, por supuesto, la manera en la que tú interpretaste esos mensajes.
Si eres como la mayoría de las personas, tu monólogo interior es una combinación de positivo y negativo; hay áreas de tu vida en las que te sientes capaz y competente; hay otras, más "flacas", que son las que te hacen tropezar. Es por eso que el primer paso para determinar qué voz debes editar, es:
Sintonízate con la onda interior. Si la idea de detenerte a analizar cada pensamiento que pasa por tu mente se te hace monumental, tranquila: no es tan difícil como parece. Cada vez que te sientas mal emocionalmente -triste, acomplejada o llena de temor ante un nuevo reto-, ¡detente! Respira profundo y determina qué te acabas de decir para provocar ese sentimiento. Si te sintonizas con la voz interior, podrás escuchar las palabras que te dijiste en silencio.
Sepárate de la emoción. Esta no es una realidad tangible; es una sensación provocada por un pensamiento. Ese monólogo mental, y no la realidad, es lo que te derrota. Si estás muy apegada a él, quizás contestes: "¡Pero es verdad que siempre empiezo una dieta y nunca la termino!". De acuerdo, pero esto solo habla de un comportamiento pasado, que tu voz interior intenta convertir en una sentencia de por vida. Tú no estás condenada a repetir el patrón eternamente. Pero si crees que esos pensamientos te definen, perderás el impulso y la fe en ti y eso que te dices es lo que harás. ¡Prácticamente te estarás dando permiso para fracasar!
Toma nota de tus "detonantes". Durante una semana, lleva un diario de tu monólogo interior negativo. Anota cada vez que te llames "tonta" o "indisciplinada". Al cabo de una semana podrás ver un patrón: las áreas de tu vida en las que sufres de baja autoestima. Te garantizamos sorpresas, porque este monólogo interior, por ser constante, ya no lo atiendes, pues lo aceptas como si fuera la realidad.
Detén la avalancha. Ahora, apenas te digas algo negativo, podrás reconocerlo y neutralizarlo. Ante un pensamiento derrotista, cruel, ofensivo o insensible, dirás: "¡Basta!" y lo desecharás por inservible. Con el tiempo, la reacción será automática. Ya no creerás cualquier cosa que pase por tu mente, confundiéndola con la realidad. Ya el monólogo interior no te dominará; serás tú quien esté en control. Lo podrás neutralizar y dar el siguiente paso.
Sustituye el signo de - por uno de +. Después de decir "¡Basta!", respira lento y profundo tres veces. Tómate unos minutos para analizar qué acaba de ocurrir. Tu voz interior intentó decirte algo negativo y la neutralizaste. ¡Felicítate! Acto seguido, sustituye esa voz con una más realista y positiva; una que, en lugar de quitarte impulso, te hable con el mismo respeto y consideración con que te dirigirías a un ser humano que respetas y que deseas ver triunfar. Si necesitas recordarte tus valores positivos, en el mismo diario en el que escribiste tus "detonantes", haz una lista de tus puntos fuertes: tus virtudes, talentos y capacidades. ¿Dices que no tienes muchos? ¡Desenmascara esa voz negativa inmediatamente! Ya ves lo fácil que es caer en su trampa. Si la voz interior ha devastado tu autoestima, reconócelo y anota cualquier área fuerte; celebra cada uno de tus logros, por pequeño que te parezca. Construye sobre estos cimientos día a día. Llegará el momento en que reconocerás la voz interior destructiva y podrás espantarla como si se tratara de un insecto insignificante. Entonces serás libre para escuchar la voz respetuosa, fuerte y compasiva que hay en ti, y tu vida cambiará.

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