Este tubérculo es, justo con la chirivía, la zanahoria y la col, un ingrediente imprescindible de los caldos. Incluirlo en tus recetas de invierno reporta numerosos beneficios para la salud de los tuyos.
Sana protección frente al cáncer
El nabo comparte con los vegetales de su familia-las coles, el rábano, el berro, etc.- su alto contenido en sustancias azufradas, un component que a pesar de ser muy flatulento, vale la pena incluir en la dieta por su efecto preventive contra el cancer y transtornos degenerativos del sistema cardiovascular.
Mejora la respiración
Estos compuestos azufrados también ayudan a diluir la mucosidad y a despejar las vías respiratorias. El caldo de este tubérculo, así como el jugo de nabo cocido, son dos remedies tradicionales frente a la bronquitis, el resfriado y la amigdalitis.
Un diurético de primera
El mineral que más destaca en sus componentes es el potasio, de gran efecto diurético. Aunque no te guste el sabor del nabo, conviene introducirlo en los caldos y guisos que prepares porque el potasio pasa al agua de la cocción. Las personas hipertensas o con edemas, así como los ancianos con escasa fuerza muscular, son los mayores beneficiarios de su consume.
Pruébalo crudo
En la cocina japonesa, un sinfín de platos se preparan o van acompañados de nabo rallado. Consumido crudo o meramente escaldado es como mejor se aprovechan sus propiedades desinfectantes y digestivas, así como su alto contenido en vitamina C, similar al que aportan las espinacas o la piña. No lo ingieras sin cocinar si tienes un bajo rendimiento de tiroides.
Consejos de compra
Los nabos más tiernos y menos flatulentos son los de tamaño medio o pequeño. Si bien la mayoría son blancos, algunos pueden adquirir tonalidades verdosas o violáceas sin afectar a su calidad.
EL DATO. El nabo es el segundo alimento más rico en vitamina K, un nutriente de acción anticoagulante y un beneficiosos protector de los huesos.
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