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miércoles, 18 de junio de 2014

LA DIETA DE LAS QUE COMEN Y NO ENGORDAN

Chocolate, pan, croquetas, pizza... Del tópico al hecho. Conoce las claves para mantenerte en tu peso sin privarte de tus caprichos.


Heidi Klum


Las mujeres nos pasamos la vida buscando trucos para adelgazar sin demasiado sacrificio. La prensa, otra media vida preguntando a las modelos y celebrities por "el secreto de su cuerpo". Y sin embargo, la respuesta de las que más saben de nutrición y de los expertos en alimentación no cambia ni con las modas, ni con los años: "Comer de todo en su justa medida".
Las más incrédulas, las que sabemos que la palabra todo engloba chocolatinas, patatas fritas, refrescos con azúcar y otros alimentos prohibidos, hemos querido abordar el tópico del "como de todo y no engordo". Todo un RETO. Pero... ¿y si fuese posible?

Muchas mujeres dicen hacer la dieta de los lunes. Popularmente es la dieta que empezamos cada lunes. Si. Esa que somos capaces de aguantar sólo hasta que llega el fin de semana, momento en que tiramos al traste todo el esfuerzo los días anteriores para volver a empezar al lunes siguiente. Y vivimos así, en un bucle de dieta continua en la que todas las privaciones se compensan con excesos. ¿No sería más inteligente vivir en una "tarifa plana calórica"? En la que no vivamos en extremos, en la que no nos muramos de hambre o nos peguemos atracones, en la que podamos permitirnos un capricho sin tener remordimientos. ¿Suena demasiado inalcanzable? Pues la táctica es más fácil de lo que crees. Sólo tienes que escuchar a tu cuerpo y comer con la razón dejando de lado los impulsos y las frustraciones. Esta dieta podría decirse que es la idónea para las que practican la ambigamia. Racionalidad sobre emocionalidad.

La base de esta alimentación consciente (lo que algunos llaman la dieta no dieta) es olvidarnos de las prohibiciones para evitar a las dos peores enemigas de una dieta: tentación y ansiedad. Ya sabemos que lo prohibido genera deseo, y eso aplicado a la comida hace que sólo los que tienen una mentalidad y una fuerza de voluntad de hierro aguanten la presión (y solo el 20% de las personas que se someten a dieta están hechos de esa pasta).

Por tanto, la dieta de las modelos que aseguran no privarse de caprichos es sencillamente tan práctico -y tan táctico- como hacerle un pulso al impulso descontrolado y seguir el reloj del cuerpo. Para eso hay que tomarse el tiempo que sea necesario durante cada comida y evitar las distracciones. Por ejemplo, si comes rápido y ante el televisor, no te darás cuenta de cuándo dejas de tener hambre y, probablemente, acabarás con todo lo que tienes en el plato, aunque la ración sea excesiva.
Como decimos, se trata de ser conscientes y controlar esos impulsos emocionales que nos llevan a comer a deshoras. Aburrimiento, tristeza, ansiedad, alegría o estrés provocan que, comamos más de la cuenta y justamente de aquello que no debemos. Debes saber que los nervios y el estrés son dos de los factores que más influyen en el sobrepeso, ya que nos generan una falta de autocontrol que hace que comamos de forma impulsiva. Además, ¿sabías que muchas veces confundimos la sensación de hambre con la sed? Prueba a tomar un vaso de agua antes de atracar la nevera a deshoras.
En definitiva, los seguidores de esta dieta se limitan a escuchar su cuerpo, porque el organismo sabe qué necesita y qué no. ¿Nunca te has saltado una comida y, para la siguiente, te apetecían los alimentos más calóricos del menú? Eso no es azar; es porque tu cuerpo sabe que ha habido una carencia en la ingesta de calorías y pretende recuperarla. Para ingerir aquello que necesitamos también es necesario saber qué nos sienta bien y qué nos sienta mal y qué necesitamos comer en cada momento. Si en invierno, el frío hace que te apetezca el caldo o la comida de puchero, hazle un favor a tu cuerpo y, en pleno verano, dale la fruta y la verdura que necesita. Si aprendes a escuchar a tu organismo te darás cuenta de que no quiere comida basura todo el tiempo y que, después de una ingesta importante de calorías, te pedirá algo ligero en la siguiente comida.

La primera onza de chocolate nunca sabe igual que la cuarta. Recuérdalo. Así evitarás excesos innecesarios por gula. Si sabes que puedes comer todo aquello que quieras, no sentirás ansiedad por estar prohibiéndote la comida basura, sino que estarás orgullosa de comer sano. A nivel psicológico son conceptos muy distintos. Además hay una serie de factores que despiertan tu sensación de hambre (aunque no sea real): la falta de sueño afecta la Ghrelina, la hormona responsable del apetito, además de que un organismo cansado pedirá carbohidratos y en la fase premenstrual, la segregación de progesterona también afecta a nuestra sensación de hambre. Conociendo su orígen podrás atacar el problema de raíz.

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