La respuesta es un rotundo sí. El alcohol nos afecta de tal manera que hace que seamos menos exigentes a la hora de juzgar la belleza de una persona.
Esto es lo que, en 2003, demostró un grupo de científicos de la universidad de Glasgow. Fueron a diferentes pubs pidiendo a aquellos que llevaban algunas copas demás que opinasen sobre la belleza de las personas que aparecían en las fotos que llevaban. Y, por supuesto, los resultados lo dejaron muy claro: todas ellas eran más guapas para los que habían bebido que para las personas que habían sido encuestadas previamente y que no habían probado una gota.
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