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lunes, 6 de agosto de 2012

DE NOVIA A ESPOSA


Actualmente la mayoría de las personas viven solas en el momento que toman la decisión de casarse, lo cual hace más complicado el inicio de una vida en pareja, ya que la soltería llena de ventajas y placeres se modifica, -en espacio, tiempo y economía- para dar paso a compartir todo con alguien más. Puede ser que sea atemorizante al principio, sin embargo, recuerda que la otra persona es a quien elegiste para estar contigo el resto de tu vida, así que es momento de trabajar en su relación y pasarla muy bien juntos. ¡Ya están casados!
Después de la emoción que conllevan la boda y la luna de miel, establecer una rutina como marido y mujer suele ser difícil, pero no imposible, la psicóloga por la Universidad de Barcelona, Huguette Rodríguez Felpa, nos habla de los errores más comunes de la vida del recién casado que, si no se toman en cuenta, pueden llegar a poner en conflicto su relación.
 
Una nueva vida.
Las primeras semanas en casa pueden ser las más complicadas, - si tu marido y tú no habían vivido juntos antes- porque no estás acostumbrada a compartir tu espacio con otra persona, no te preocupes, es entendible y hasta natural; al final, todo se reduce a ritmos, acuerdos, y un simple "ponerse en el lugar del otro".
"Cualquier inicio de un nuevo ciclo suele ser estresante -dice Rodríguez Felpa- y sucede desde un niño que va por primera vez a la escuela o con una mujer que inicia su vida matrimonial. El secreto es abrirse, de corazón y mente a los cambios y a todas las nuevas sensaciones que esta experiencia trae consigo". De este modo, estos meses pasarán de ser una época en la que sientes que tienes que ceder, a una en la que puedes aprender del otro.
¿Existe un determinado tiempo de ajuste? Si, lo hay, pero no se puede contabilizar. En algunas parejas puede ser de unos meses, en otras de algo más. "El promedio suele ser de un año -dice Rodríguez Felpa- porque en este tiempo la pareja ya terminó de adaptarse a la compañía cotidiana mutua y los hábitos se han establecido ya". Es el año más complicado pero también puede ser el más divertido, porque todo es nuevo y comenzarán a darse cuenta de las ventajas que conlleva una vida matrimonial, salir a pasear, pasar días enteros en la cama, y simplemente, llegar a casa sabiendo que la persona que amas estará allí para ti. Una vida equilibrada en la que ambos pongan el mismo esfuerzo los llevará a una convivencia estupenda.
Siete errores a evitar
Hay una serie de factores a tomar en consideración para salir adelante en la convivencia matrimonial. Estas son las amenazas más comunes: hay que ubicarlas, reconocerlas y trabajar en ellas.
Error 1. Pretender que la vida cotidiana sigue igual.
 En tu casa te levantabas, entrabas a la ducha, hacías café, lo ponías en un termo y te ibas a trabajar. Ahora, hay otra persona a tu lado que también usará el baño? y se tomará el tiempo necesario, seguramente. Y quizá desayune sentadito su café, huevos y pan con mantequilla. Quizá también regrese a comer a casa (y tú jamás lo hacías). Por la noche, no se conformará probablemente con cenar ensalada y un yogurt: a lo mejor querrá un buen trozo de carne y una cerveza. Quizá él adora cenar fuera y tú seas más casera, o viceversa. Y como estos, podemos citar cientos de ejemplos. Claro que cuando vives solo es una maravilla poder hacer lo que te apetece: cenar en la cama, no lavar los trastes un día (o dos) y tomar largos baños relajantes. Ahora tu libertad termina donde empieza la de tu pareja, pero no hay que entrar en pánico: el que te hayas casado no quiere decir de ninguna manera que dejes de hacer todas las cosas a las que estabas acostumbrada. Simplemente que ahora hay que reorganizar las actividades y sentarse a negociar el día a día.
"En los matrimonios modernos los roles han dejado de estar estrictamente definidos ?dice Rodríguez Felpa- el hombre como proveedor y la mujer como encargada del hogar no es más una ecuación inamovible. Hoy día, ambos trabajan, cocinan, hacen actividades domésticas y, cuando hay niños, se reparten las responsabilidades de su cuidado". Entonces, se vuelve necesaria una charla donde se establezcan ciertas reglas ?por llamarlas de alguna forma- de convivencia. Si solías usar el baño por horas en la mañana antes de ir al trabajo, tendrás que ceder parte de ese tiempo a tu marido. Si él gustaba de cenar pizza casi a diario, deberá cambiar este hábito y hacerlo solo una o dos veces por semana para que tú también puedas elegir un menú. Recuerda: ceder y negociar. Esa es la clave. No hay que renunciar a nada, simplemente reorganizarlo.
Error 2. Creer que ser ama de casa es muy fácil.
 Si eres una mujer que renunció a su vida profesional ?por decisión propia- para dedicarse al hogar de su nuevo matrimonio, felicidades. Ser ama de casa por decisión propia, en nuestro tiempo, es casi un privilegio. Pero, especialmente si vienes de un ambiente laboral, considera muy bien en lo que estás a punto de enfrentar. Llevar un hogar sin ayuda es un trabajo de tiempo completo: limpiar, ordenar, cocinar y ocuparse ahora no solo de las necesidades propias, sino también de las de tu marido, puede ser muy difícil. Esto, si no estás acostumbrada, puede volverse aburrido en muy poco tiempo. La Doctora Rodríguez Felpa recomienda: "Está muy bien tomar como profesión dedicarte a mantener en buen funcionamiento tu propio hogar. De hecho, hoy día cada vez más mujeres toman la decisión de hacerlo y no por no trabajar, porque a veces trabajan más que en una oficina, sino por el gran placer que ello conlleva". ¿El secreto para que las labores domésticas no se vuelvan una carga? Hay varias recomendaciones: hacerse de una rutina diaria personal, haciendo ejercicio o alguna otra actividad física o cultural, como estudiar. Pero algo que puede dar más sentido a la actividad es conseguir un trabajo de medio tiempo o de "free lance" y poder conjugarlo con tus labores de hogar.
Error 3: Pretender hacer cambiar al de enfrente.
 Los cambios en el individuo deben ser siempre voluntarios, hechos con la conciencia plena de que se quieren hacer para crecer de manera personal. Cambiar para gustarle más a otra persona o por que nos lo exigen es el camino directo a la frustración y al final, siempre será contraproducente: "En la convivencia diaria ?dice Rodríguez Felpa- ninguno debe impedir nada al otro. Se debe solicitar, respetuosa y amorosamente, que se modifiquen las conductas que son molestas al cónyuge. Nunca exijas a tu marido que deje de ser desordenado, sino que intente, por bien del espacio que cohabitan, de tener un poco más de orden. Él tampoco puede exigirle a su mujer que deje de comprarse ropa como lo hacía antes, sino sugerir que modere sus gastos porque ahora las finanzas se comparten". Es importante apelar al sentido común de cada uno y reflexionar cuáles vicios o conductas pueden dañar la relación de pareja y si se puede, erradicarlos. Si es imposible, entonces, tratar de mantenerlos a raya.
Error 4. Forzar el "nosotros"
 Es verdad: lo dijimos atrás. El "yo" da paso al nosotros", pero esto surge por común acuerdo. Nadie, a menos que estuviéramos en el siglo XVIII, se ha casado a la fuerza con alguien. No obstante, esto de las decisiones mutuas tiene que ser, como su nombre lo dice, de mutuo acuerdo. No cometas el error de decidir por ambos sin consultarlo primero. "Una paciente me decía que había dejado de ir a restaurantes porque su marido escogía siempre por ella y durante años, cada vez que salían, tuvo que comer cosas que ni siquiera le gustaban". Claro está que el problema aquí tiene dos caras: el que decide por ella y la que deja que lo hagan. El "Royal We" como decía la Reina Isabel, está muy bien y habla de la unión íntima de una pareja, pero debe de reflejar realmente una opinión mutua, nunca ser una imposición".
Error 5: No mantener a raya a la familia y los amigos.
 Tu madre venía todo el tiempo a tu casa, entraba con su llave cuando quería, estuvieras o no, y no tenía mayor importancia, justamente porque se trata de tu madre. Pero no es la de tu marido, no lo debes olvidar. Por eso, cuando inician su vida juntos, es importante sentar muy bien las reglas de cómo serán las "intervenciones" familiares en la vida de ustedes dos, porque una suegra, cuñada o amigos entrometidos siempre son un motivo de fricciones entre la pareja. "Si la relación entre ambas familias es buena, no habrá gran problema. Lo ideal es que se establezca la regla de que todo miembro de la familia es bienvenido, pero tiene que avisar de su visita. No es un acto protocolario, sino de respeto a la privacidad de la pareja. Una visita sorpresa esporádica está bien, pero hacerlo cada semana creará tensión, más aún si las relaciones de la familia con el cónyuge opuesto no son las mejores". Y esta regla se aplica también con los amigos. No puede pretender ninguno que sus amigos los visiten igual que cuando estaban solteros. La vida ha cambiado para ambos y los encuentros amistosos no tienen que acabar, pero sí cambiar de circunstancia y características.
Error 6. No respetar el espacio del otro.
 Y con esto, hablamos del espacio físico y mental. Es muy importante entender que aunque sean pareja siguen siendo personas independientes, con una personalidad y una vida propias. Deben madurar y desarrollarse de forma individual y nunca vivir a la sombra del otro. "Por eso es fundamental que reserven pequeños 'oasis' para cada uno: una habitación o un área de la casa donde tengan libros o lo que más les agrade. Es ese pequeño lugar que refuerza tu individualidad dentro de la vida de pareja", dice la especialista. Del mismo modo, es bueno que conserven amigos y actividades propias, por ejemplo, ir a practicar algún deporte, a reuniones de compañeros de trabajo o incluso visitar a la familia sin pareja de vez en cuando. Esto es muy bueno para ventilar las relaciones.
Error 7. Pensar que el sexo es menos importante.
 Este es un error que puede comenzar en los primeros años de matrimonio pero que se puede volver un cáncer que destruye la relación. Que una pareja descienda en su ritmo sexual es perfectamente comprensible, pero que deje de tener sexo al poco tiempo de contraer matrimonio puede ser el anuncio clarísimo de problemas. "Es verdad, el sexo no lo es todo en una relación, pero sí es algo muy importante. La frecuencia sexual varía en los diversos estadios de la relación: al principio, en la etapa de descubrimiento, es intenso y muy frecuente. Cuando la pareja tiene más tiempo junta, el acto sexual se transforma en algo menos frecuente pero más meticuloso, más cargado de significado", dice Rodríguez Felpa. Por salud mental y de la relación, traten de hacer una rutina sexual, y aunque la palabra suene terrible para algo tan espontáneo como el sexo, no está de más tenerlo planeado. No con una hora y día, pero sí con una idea de tiempo: hacerlo una o dos veces por semana por ejemplo. Claro que si hay deseo para más encuentros, mejor aún. Pero mentalizarse que cada determinado tiempo la pareja tendrá un acto sexual mantiene viva la llama del deseo de una forma u otra.

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