Los ictus se han convertido en una enfermedad neurológica muy común, con efectos secundarios muy graves, y un elevado riesgo de muerte o minusvalías. Los últimos casos conocidos: Monserrat Caballé, Alfredo Landa, Silvia Abascal... demuestran que ni la edad ni el sexo tienen algo que ver.
Hoy se celebra el Día Mundial del Ictus (World Stroke Day) bajo el lema "1 de 6" para concienciar a la población de lo importante que es la prevención. En España, es la primera causa de muerte entre las mujeres y la tercera en los hombres.
El ictus es el resultado final de la acumulación de una serie de hábitos de estilo de vida y circunstancias personales poco saludables. En este sentido, los vasos sanguíneos son el blanco de estas agresiones y, tras años de sufrir un daño continuado, expresan su queja final y rotunda: el ictus.
Aunque no es fácil de detectar hay señales de alarma que pueden ayudar a reconocer un ataque cerebral: dolor de cabeza, dificultades para articular el habla (no se te entiende, farfullas...), problemas de visión (no ver por un ojo o ver doble), y pérdida de fuerza, sobre todo en una mano o pie. Aunque sea algo repentino y transitorio (5 o 10 min.) debes acudir al neurólogo enseguida.
Entre las medidas preventivas, la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) recomienda:
1. Practicar regularmente ejercicio físico.
2. Llevar una dieta equilibrada, reduciendo la cantidad diaria de sal ingerida, ya que contribuye a la aparición de hipertensión, y también las grasas saturadas, porque elevan los niveles de colesterol en sangre.
3. Mantener unos niveles adecuados de colesterol y triglicéridos en sangre.
4. Regular la presión arterial.
5. Evitar la aparición de diabetes u obesidad.
6. Abandonar el hábito de fumar.
Según explica el presidente de la SEA, Fernando Civeira, por cada 40 mg/dl que se reducen nuestros niveles de colesterol LDL (malo) en sangre, el riesgo de sufrir un ictus isquémico disminuye en un 25 por ciento.
Asimismo, se ha referido al estudio ENRICA, según el cual el 50 por ciento de los españoles tiene el colesterol elevado y la mitad de ellos no lo sabe. Por ello, para los adultos "es de vital importancia conocer su concentración en sangre de colesterol", subraya el doctor, "y reducirla cuando se encuentre aumentada".
Las concentraciones aconsejables de colesterol total en sangre son hasta 200 mg/dl, las de LDL hasta 130 mg/dl y las de HDL por encima de 40 mg/dl. Por otro lado, el 85 por ciento de todos los ictus son isquémicos, es decir, que están relacionados directamente con la arteriosclerosis. Se producen al depositarse grandes concentraciones de colesterol en las arterias que van al cerebro hasta que se produce su obstrucción.
La hipertensión es otro condicionante: El riesgo de sufrir un ictus se incrementa tanto si está elevada la tensión arterial sistólica (máxima) como la diastólica (mínima), o ambas. Cifras superiores a 140/80 deben ser vigiladas por el médico. Existe otro tipo de ictus que no se está relacionado con factores de riesgo cardiovasculares, sino por malformaciones genéticas y por tanto, es más difícil de prevenir.
Además de la prevención primaria, muy importante para que el ictus no se desencadene, las personas que ya hayan sufrido uno deben centrarse en la prevención secundaria para evitar que vuelva a repetirse un episodio igual.
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